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Ortuño Ibáñez de Aguirre
El palacio de Montehermoso fue mandado construir por Ortuño Ibáñez de Aguirre, testamentario de Isabel la Católica, que en 1510 obtuvo dos escribanías en Álava, una en Vitoria y otra en Tierras Esparsas. Fue miembro del Consejo de Juana I de Castilla y de Carlos V y llegó a presidirlo en 1539. Estuvo casado con María de Esquível y con ella acometió, además del palacio, el Convento de la Santa Cruz, la Capilla de las Once Mil Vírgenes en la iglesia de San Vicente (donde se encontraban los bustos relicarios de los Borman que hoy están en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria-Gasteiz), y el coro de esta parroquia.
El Palacio de Montehermoso
El palacio se encuentra en lo que conocemos como el Campillo, en la parte alta de la ciudad, y en una posición estratégica hacia el centro de la que era la calle principal. Originalmente, el consejero había pensado en realizar en este solar un convento que no se llegó a construir. El palacio conserva en su estructura la tipología de alcázar, con torres en cada uno de sus ángulos y el patio central, cuyos soportes son pilares poligonales sobre los que apoyan arcos rebajados. En una de sus salas se conserva de la época de la construcción del palacio el techo de madera y restos de pinturas murales.
La fachada principal era la que mira a la actual calle de Santa María. En ella podemos contemplar parte de la decoración original en las ventanas, con motivos de bolas y flores característicos de la época, y el alero de madera. La portada de esta fachada principal, que daba a la plaza pública que se encontraba donde está hoy el antiguo depósito de aguas, no se conserva. En la descripción del palacio de la toma de posesión del V Marqués de Montehermoso se nos dice que tenía “dos perrotes crecidos en piedra”.
Evolución del palacio desde el siglo XVIII
En el siglo XVIII el VI Marqués de Montehermoso dio al edificio un aspecto de hotelito francés. Comprado en el siglo XIX por José I, con la restauración de Fernando VII va a pasar a pertenecer al Patronato Real. Con la creación de la Diócesis de Vitoria se convierte en Palacio Episcopal, y fue muy trasformado en 1887 por Fausto Íñiguez de Betolaza. En los años noventa del siglo XX el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz crea en este edificio un centro cultural; se hacen cargo del nuevo proyecto los arquitectos Roberto Ercilla y Miguel Ángel Campo, que unen el palacio al depósito de aguas.
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