Giorgio Vasari (1550 y 1568) y Ascanio Condivi (1553) nos cuentan en sus biografías de Miguel Ángel la famosa anécdota relacionada con su nodriza de Settignano: “Es un lugar con mucha piedra, sobre todo arenisca, que los picapedreros y escultores, naturales de la zona en su mayoría, no dejan de trabajar. Ludovico (el padre del artista) confió a Miguel Ángel a la esposa de un picapedrero para que fuese su nodriza”. Este hecho hizo a Miguel Ángel bromear con Vasari: “Giorgio, mi espíritu en cuanto tal no serviría para nada de no haber nacido en la suave atmósfera de Arezzo, vuestra patria, y no haber mamado con la leche de mi nodriza el cincel y el martillo con que esculpo mis figuras”.
Esta anécdota nos muestra como la familia de Miguel Ángel pertenecía a la aristocracia florentina. Aunque no tenía medios económicos adecuados ni una influencia política relevante. Su padre hubiese querido que Miguel Ángel se hubiera dedicado a una actividad más propia de su clase social, sin embargo, el artista dedicó la mayor parte de la inmensa fortuna que amasó a su familia.
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