LOS ESTILOS DE LA HISTORIA DEL ARTE
Cuando nos acercamos a una obra de arte, tendemos a identificarla con un estilo concreto. Si bien es cierto que los estilos nos ayudan a enmarcar una obra, no siempre es tan evidente la pertenencia a uno de ellos.
Cuando se trata de obras adheridas a los movimientos que surgen a partir del siglo XIX, como el impresionismo, no hay duda, puesto que los artistas forman parte de ellos de manera consciente. En cuanto a los estilos, algunos de ellos son propios de una civilización concreta a la que pertenecen los mismos artistas y, por tanto tampoco hay duda; es lo que ocurre, por ejemplo, con el arte egipcio.
Sin embargo, los estilos de la historia del arte surgen normalmente a partir de una evolución. Por ejemplo, el nombre del arte románico se lo da al estilo Charles Gerville (1758-1853) en 1818. Este arqueólogo francés se refiere al arte que se realizó en la Europa Occidental entre los siglos VIII y XII. Este autor relacionaba el románico con las lenguas romances que se forjaron en ese mismo periodo en el “Viejo Continente”. Tanto el estilo artístico como las nuevas lenguas tienen un tronco común, el arte romano y el latín, además de otras influencias que llegaron a Europa en época Alto-Medieval. Sin embargo, hoy en día llamamos arte románico al producido en este ámbito geográfico entre los siglos XI y XIII. Además, relacionamos ciertas características más o menos comunes a este estilo que, en realidad, difieren según regiones y periodos, dentro de esta misma cronología.
Por otro lado, el nombre gótico se lo da al estilo Giorgio Vasari en el siglo XVI y se refiere, de manera peyorativa, al arte realizado por los godos o bárbaros, desde la caída del Imperio Romano hasta la llegada del Renacimiento. Actualmente, nos referimos como arte gótico al realizado en Europa Occidental entre los siglos XII y XV, con ciertas características comunes.
Visto lo anterior, se nos presentan tres problemas: el primero, estas denominaciones no siempre se han aplicado al mismo tipo de arte. El segundo, en los siglos XII y XIII se solapan los dos estilos, y nos encontramos obras en evolución o en las que trabajan talleres que conocen el nuevo estilo y otros que continúan trabajando en el tradicional. Por último, los artistas que trabajaron en la Edad Media no eran conscientes de pertenencia a un estilo concreto. Por lo tanto ¿debemos obsesionarnos en poner etiquetas a las obras de arte?
Un problema similar también lo encontramos en los primitivos flamencos. ¿Los consideramos artistas góticos o renacentistas? Por sus características técnicas y de representación del espacio, sus obras no tienen ya nada de lo que denominamos gótico. Sin embargo, tradicionalmente se han considerado así.
Yo creo que las obras de arte hay que mirarlas con amplitud de miras y no obsesionarnos en encuadrarlas en uno u otro estilo, lo que hace que, en ocasiones, nos perdamos mucho de lo que es la obra en sí. Por otro lado, la cronología de la obra es fundamental para situarla en su contexto; entender la sociedad de la época en la que se realizó nos permite saber más de la misma.